Descripción
Aunque en la cocina seguir la receta es importante, en la vida misma no. La desobediencia es necesaria, sobre todo cuando siempre se nos ha obligado a ser obedientes en todo.
Al igual que un gato, siempre he hecho lo que me ha dado la gana, y no solo en la cocina, sino en todos los aspectos de mi vida.
No hice caso cuando me dijeron que el arroz en olla arrocera no quedaba igual de rico, tampoco hice caso cuando mami me dijo que había que llegar virgen al matrimonio, ni cuando me dijeron que me casara con un hombre que me mantuviera. He sido desobediente toda la vida, a pesar de las advertencias de mi familia, me busqué un marido nueve años más joven que yo, fumé, tomé, bailé y canté todo lo prohibido. Fui vegetariana en un mundo carnívoro, comunista en una sociedad capitalista, atea en medio de mis peores pesadillas y feminista en un planeta misógino y machista.
Mi desobediencia no siempre me trajo buenas consecuencias, me tropecé, caí, lloré, perdí , engordé y patalié de rabia, fui criticada, tachada de la lista y recibí apodos, pero con cada acto subversivo aprendí una lección: prefiero ser así, lateral, transgresora, cazadora, que ser víctima, títere o adorno de alguien.
Creo que las mujeres debemos ser más desobedientes, hacer lo que queremos hacer y no lo que nos dicen que hagamos.
Sin desobediencia no habríamos logrado el voto, ni habríamos logrado ser doctoras, ni pilotas, ni presidentas, ni tendríamos métodos anticonceptivos, ni podríamos divorciarnos, ni podríamos jugar fútbol… Hacen falta más mujeres desobedientes para construir una nueva historia para nosotras, una historia más justa, libre, divertida y amorosa.
Libro físico 181 páginas
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