Descripción
Primero se ofreció a mí un pezón rugoso que me incitó a abarcarlo… aprendí a succionar. Más adelante, me inicié en la delicia de chupar una manga madura, un caimito, una guanábana. Por supuesto que trabajo al unísono y de modo inseparable con los labios y la lengua. Y juntos fuimos iniciados en la tercera maravilla: besar. Besar es encontrarse con tu alma gemela, perdón, tu boca gemela. Y entonces, sólo así sabés que existen los otros y entre los otros alguien muy especial, y te podés pasar mil horas gustando su saliva, más embriagante que cualquier licor, y sintiendo como la otra boca absorbe la tuya y entonces volás mareada en deleite. Morir es no poder volver a juntar labios con labios, morir es no poder enroscar tu lengua ávida alrededor de otra lengua ávida. Besar es vivir, pero vivir es conocer, y se conoce por mí.