Rocío R. Soto
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La Certeza del dolor, el nuevo libro de Johanna Picado es un poemario sobre el sufrimiento que nos invita a adentrarnos en nuestro mundo interior. En él, esta poeta sensible y risueña, nos muestra el arte del autodescubrimiento que encontró en el oficio de la poesía.
¿Quién es Johanna Picado?, contános algo que no está en la bio de tu libro y querás compartirnos
Eh…bueno como escritora creo que soy una persona que empezó como muchos en la poesía: para expresarme y luego, pues, terminé haciéndolo realmente como un oficio. Pero yo soy una persona muy sensible, muy cercana a analizar situaciones alrededor. Creo que es por eso que soy artista.
Con el tiempo me di cuenta que tenía ciertas habilidades que podía desarrollar y eso hizo que decidiera escribir. –Johanna, hace una pausa y continua–:
¿¡Qué cosa les puedo contar!? Bueno, yo tengo un humor muy particular, tengo un humor bien interesante (se carcajea), hago bromas a veces que están fuera del lugar y me gusta mucho reírme. Siempre trato de pasarla bien, creo que como persona quiero mucho a la gente, entonces cuando algo pasa es muy complicado para mí no decepcionarme, esto en general en cualquier relación, de cualquier cosa y he tenido que aprender a manejar las expectativas de absolutamente todo y del tiempo, porque también soy muy ordenada y muy cuadrada, aunque no parezca. Eso ha hecho que por mi personalidad haya tenido que adaptarme.
“Las emociones son mi mayor certeza porque las he tenido que ir aceptando e incorporando. ¡Aunque las tenemos!, pero aceptarlas y expresarlas es otra cosa”.
¿Qué otras cosas, además del dolor, son una certeza para vos como poeta?
¡Emm…! Yo creo en el uso del abanico de las emociones, creo que hablar de todas las emociones es una certeza siempre. Es algo que yo siempre quiero hacer y es parte del trabajo que he hecho; expresarlas todas. No encasillarme en lo que nos vendieron de “la poesía” como si fuera en un solo sentido “amor romántico”.
Las emociones son mi mayor certeza porque las he tenido que ir aceptando e incorporando. ¡Aunque las tenemos!, pero aceptarlas y expresarlas es otra cosa.
Hablamos de la poesía y esto que nos compartís sobre “el abanico de las emociones”; ¿podría decirse que la poesía está en todos lados o, mejor dicho, en dónde encontrás vos la poesía?
Creo que en todas partes. Yo uso mucho las imágenes de la vida cotidiana. Por mencionar un poema de este libro, que se llama “Labores domésticas”, es tal vez el ejemplo más claro y el que me viene a la cabeza sobre la cotidianidad. Ahí en ese poema: la imagen de un chiquito desayunando mientras la nana, o alguien lo está cuidando y él (para el chiquito) todo pasa con normalidad, pero para la persona que lo está cuidando, todo está destrozado. A veces parece que en cualquier cosa hay una cotidianidad y desde ahí me expreso y es desde ahí donde yo saco poesía. Entonces la poesía podría estar en todo, para mí.
Sobre los procesos creativos, Johanna, contános si tenés algún ritual antes o después de escribir, o si no, ¿cómo es ese proceso? ¿Cómo construís esos momentos o estados mentales para crear?
Yo principalmente (pausa), –no sé los demás–, pero lo mío sí viene muy de adentro. A ver, yo proceso la emoción, ese sentimiento o el mensaje que quiero dar viene de una emoción que puedo estar sintiendo, o algo me haya hecho sentir.
De hecho, esta semana me pasó, pienso en la emoción y la relaciono automáticamente con otra cosa o una situación y eso es lo que uso como imagen o como expresión para poder comunicar esa emoción. Entonces, a mí me pasa –y lo he escuchado a varias personas–, que se deja, (yo dejo) en remojo esa idea, no la anoto, sólo se queda en mi cabeza, no sé cómo explicarlo. Llega un punto en que la dejo en remojo y en algún momento mi mente de darle tantas vueltas lo tiene tan presente, que encuentra una forma de comunicarlo y es ahí cuando escribo.
Me ha pasado que si lo escribo en una primera etapa, con esta primera idea no funciona. No me pregunten por qué pero no funciona (ríe).
Esto que decís parece como el proceso del vino, hay que dejar que fermente, ¿una cosa así?
¡SÍ! No sé por qué, pero así funciono.
En esta pregunta no quiero extenderme mucho, pero tuve la oportunidad de leer estos dos textos tuyos: “Las cortezas cerebrales”, tu primer libro y “La certeza del dolor”, éste segundo libro. El primero me ha parecido que es más antológico. Hay un sentido. Sin embargo, veo varios poemas dispersos que hablan de muchas cosas. En este caso, “La certeza del dolor”, lo encuentro más unificado. Contános, ¿cómo ha sido este proceso del primer texto al segundo y si vos como poeta has sentido una evolución o crecimiento?
Sí, ahora viéndolo desde esta perspectiva y después de los años, creo que tiene sentido que el primer libro se interprete así porque “Las cortezas cerebrales” tiene muchos poemas de muchas épocas de mi vida. Cuando yo decido publicar reviso todo lo que tengo para ver que puede servir. Estamos hablando de poemas del 2010 que vieron la luz hasta el 2019, casi 10 años después. Y bueno, yo empecé a escribir desde los 16 años. Es decir, no hay poemas tan viejos en ese libro, pero sí poemas que tienen cierta antigüedad. Entonces, ahí encontramos momentos de ver la vida. En ese poemario, al menos yo, noto que había otras emociones propias de la juventud: la rabia, la ira, querer cambiar al mundo (ríe). Este poemario también coincide con mi estadía en el taller e hizo que yo asentara mucho más la idea de escribir formalmente y de verle algún valor a lo que estaba haciendo, o sea, que simplemente no era un hobby, sino que era algo mucho más formal. Y claro, todo este aprendizaje obtenido, de todos esos años de ejercicios, más lo aprendido en el taller, más lo escrito tomé la decisión de publicar mi primer libro. Ahora bien, en el segundo es una experiencia diferente; hay una experiencia anterior de como armar un libro. En el primer libro tenía que empezar a entender cómo se armaba un libro, cómo se conceptualizaba. Quizá esto no fue tan difícil por mi profesión pero ya en el segundo tenía una idea más clara de cómo quería llevar el proceso (pausa). Em… Creo que se juntó con el hecho de que lo escribí durante la pandemia y tuve más tiempo para dedicarle mayor espacio. También coincidió con la experiencia de haber hecho ejercicios de escritura, creo y contando, que pude haber escrito alrededor de 600 poemas en toda mi vida desde que escribo, entonces había una experiencia de cómo era la mejor técnica para mí.
Una no empieza, o la mayoría no empieza un libro pensando que “ese libro” tendrá un tema específico. Por lo menos yo no, yo dejo que fluya. Sin embargo, al año de estar escribiendo, me doy cuenta que los poemas tienen ciertos temas parecidos, por lo cual pensé en cómo iba a ser ese libro. Lo pensé, incluso desarrollé el concepto, no lo titulé todavía, no fue como que yo dijera: “Ay, voy a escribir el libro de éste tema”, no, se fueron dando solos, hasta que llegó el momento en el que ya tenía bastante material para crearlo y decidí que era el momento de hacer la selección. Después vino la parte en la que había que nombrarlo. En esta parte me tardé un tiempito e hice varios ejercicios, lo releí todo, lo acomodé para entender cómo iba y porqué. Al final, decidí titularlo.
(…) lo que llegué a concluir es que el dolor es una herramienta dada para evolucionar.
Es importante mencionar, sobre el estudio: leer cosas que te ayuden a nivel técnico, o a expresarte mejor. Leer ensayos. En mi caso leí un ensayo titulado «Dolor y sufrimiento humano» del Fray Juan David Montes, el cual me ayudó a comprender la diferencia entre una palabra y otra: “dolor” y “sufrimiento”, esto desde la teología y desde la lingüística, pero la parte teológica describe estas dos palabras vistos desde los mártires, los santos, “¿Por qué había que sufrir tanto para llegar al cielo?”, esa era mi pregunta y es lo que trato de entender. No hay una respuesta, lo que llegué a concluir es que el dolor es una herramienta dada para evolucionar, como lo digo en la parte inicial del libro. Claro que en el camino leí más poesía, a Pizarnik, porque obviamente tenía que ver con todo este tema (ríe). Sus temas eran de este estilo, también leí novela, narrativa porque quería fortalecer mi prosa, que fuera mejor, pero tampoco abandoné el verso porque la poesía también es verso. Acomodé los textos como creí que mejor iban, habían poemas que no podían ir en prosa. Entonces, más o menos así fue el proceso y creo que sí hay un avance bastante grande entre uno y otro, como vos decís. En el segundo, hay mejoras a nivel técnico, mejoras notables, como el uso de la puntuación por ejemplo, las intenciones de los espacios de los versos: hasta donde llega un verso y por qué, la separación del espacio. Hay un trabajo más intencional. El primer libro fue más experimental.
(…) la narrativa nos hace llegar a mundos exteriores, a lugares donde no hemos soñado llegar, a donde queremos llegar (…) pero la poesía nos hace ir a nuestro propio mundo, a nuestro mundo interior, a nosotros mismos.
¡Súper bien! ¡Muchas gracias por darnos la oportunidad de entrevistarte y conocer más sobre tu trabajo! Esperemos que a las personas que nos leen se les antoje leerte porque es una buena apuesta “La certeza del dolor”. ¿Te gustaría agregar algo?
Pues, que le demos oportunidad a la poesía. Esta reflexión que haré la dije en una charla que di y es que, la narrativa nos hace llegar a mundos exteriores, a lugares donde no hemos soñado llegar, a donde queremos llegar, a la luna u otro país, a un mundo fantástico que nos imaginamos, pero la poesía nos hace ir a nuestro propio mundo, a nuestro mundo interior, a nosotros mismos. Y quizá es por eso que a algunas personas no les guste tanto la poesía, porque ir adentro no es fácil pero creo que estamos en un momento en el que necesitamos ir cada vez más adentro.