A pocos días de recibir la segunda edición de su primer poemario De Tánatos a Eros, a Rocío R. Soto aún le sorprende que este libro le haya otorgado el premio del Certamen Lisímaco Chavarría Palma 2021. Es parte de su naturaleza no dar nada por sentado mientras espera secretamente lo peor. Así, ocasionalmente, se alegra con lo que no esperaba.
Ser optimista es una característica impensable para llamarse poeta, escribir les demanda respirar melancolía y exhalarla como belleza. Aunque sea lacerante recorrer cada palabra, los condenados a este oficio deben observar la porquería para traducirla en un placer culposo que contemplar.
Rocío, con su poesía, logra transformar la reflexión en suicidio, la pregunta en rabia, el desamor en sueño, la historia en reclamo. Algo tiene que ver su formación en filosofía, además de su obsesión con el pensamiento, porque escarba en las emociones con necesidad de cirujana.
Mientras estudia acerca de neurociencia y neuroeducación, aprovecho para lanzarle cinco preguntas de una entrevista que teníamos pendiente.
Este poemario reúne textos generados durante un recorrido amplio de tu vida, algunos cuentan con más de diez años de antigüedad, ordenados desde lo visceral de una protesta callejera a la paz cómplice de un orgasmo. ¿Confiás en la poesía para organizar gramaticalmente la intensidad de un sentimiento?
Confío en que la poesía me regula. Es como si fuera otro sistema excretor. Pero la intensidad está y está como evidencia en la poesía que escribo.
«La verdad es una mentira compleja; vivimos en una ilusión y la literatura es su reflejo, a veces mejor diseñado»
En este libro Tánatos canta y Eros guarda silencio, ¿por qué en el imaginario de tu creación la muerte grita y la vida solamente observa?
Este es un asunto engañoso. La muerte y la vida no están separadas, ambos ciclos son parte de un mismo canto, un mismo silencio. Para bien o para mal en nuestro idioma no hay forma de integrar todo este símbolo. No me considero una persona optimista, creo que en el fondo vivimos para morir.
Una vez una persona me preguntó, ¿qué haría si fuera el fin del mundo, si fuera a morir como todos los seres vivientes?, yo acaté a responder que, estar con mis seres amados, pasarla bien, tranquila. Pero esta persona me dijo que ella pretendería estar en una orgía. Entonces entendí que, o soy demasiado aburrida, o comprendo que la muerte es un paso más hasta donde llega esto que llamamos vida. Aunque para serte sincera, no soy una científica a ultranza, entonces, guardo mis dudas sobre la idea de «la muerte» como la entienden los que creen que es como un largo sueño invernal.
Te asumiste parte de la diversidad sexual desde muy joven, cuando la mayoría apenas lo descubre y lo mantiene en secreto, desde entonces escribís para mujeres. Como lectora voraz, ¿cuál es la diferencia que has visto entre la erótica de tus propios textos y los de otras autoras, como Cristina Peri Rossi, frente a lo normado como sensualidad?
En realidad mi primer poema (posiblemente entre los 9 y 10 años) se trataba sobre lo que yo recreaba acerca de la cotidianidad de un pájaro; era un ejercicio para saber si podía escribir en dodecasílabos porque leía poesía del siglo de oro español y creía que así debía escribirse la poesía. Mamá tenía una colección de varios de esos autores: Gustavo Adolfo Becker, Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Quevedo… Para mi fortuna desde niña me gustaba mucho leer. Pero, para responderte, personalmente se me dificulta escribir poesía erótica, muchos de estos textos son ejercicios, otros tantos son el compartir de mis afectos sexuales. Pero, perdón porque como poeta erótica me quedo debiendo. Ni siquiera intento escribir para transgredir, aunque me encanta incomodar. Como sabés, Cristina Peri Rossi es una de mis más amadas poetas y que ella también me perdone, pero tampoco la siento como una gran poeta de lo erótico. En todo caso, bajo mi interpretación, claro está, su poesía amatoria carece de lencería de encaje. Más bien, la siento (como ella lo ha mencionado) «una melancolía retroactiva». Quizá, si mal recuerdo, su poema «Panal» es erótico por excelencia.
Por otro lado, no me atrevería a hacer una comparación de su poesía con ninguna otra y menos con la mía. Yo le agradezco ser una escritora honesta con su realidad y ficción. Sin duda es un referente necesario para las escritoras que nos hemos sentido descolocadas en un mundo heteronormado, donde amar a los hombres no es solo la norma, sino que se nos educa para ello.
En tu dedicatoria mencionás a «Aquellas y aquellos sobrevivientes que recurren como animales heridos a la poesía para retornar al centro de lo esencial, al ritual íntimo.», tomando en cuenta tu formación en filosofía, ¿en el verso está la verdad? o ¿cómo se relaciona la poesía con el pensamiento?
La verdad es una mentira compleja; vivimos en una ilusión y la literatura es su reflejo, a veces mejor diseñado. La literatura nos sobrevive y nos hace sobrevivir ante lo que interpretamos como realidad. Para mí la lectura es un espacio íntimo y lo íntimo es mi ritual ante lo público, una resistencia, ahora que la munda todo lo ventea en redes y lo que no, entonces lo finge. Alejarme para estudiar o leer por placer me reinicia. Es el ritual de lo íntimo que aconsejo haga el lector.
¿Existe algo que las palabras no logren expresar?
¿Que si existe algo que las palabras no logren expresar? Sí. Lo verdaderamente importante. Por eso nuestros profetas no dejaron nada escrito.
Rocío R. Soto estará en la Fiesta Nacional de la Lectura 2024, a realizarse del 26 al 28 de julio en la Antigua Aduana, en el stand 71 de Abecedaria Editoras & Estudios Culturales compartiendo con el público en general mediante conversatorios y firma de libros.
La programación oficial se puede consultar en las redes sociales del Centro de Producción Artística y Cultural – MCJCR.