Descripción
En un tiempo, que ya no sé si fue futuro o pasado, hicieron vulvas desmontables: maga oculta idolatrada, desprestigiada, sublimada y odiada. Tantas expertas atraídas y repugnadas por su olor mezcla de esencia de madreselva y vaho de almeja; criticaron sus pétalos irregulares, pequeños o desbordados, y ese botón de delicias, el clítoris, acusado de tantas decisiones sin tino. ¿Podamos el monte o lo dejamos ser? ¿Una mujer es mujer porque tiene vulva? Que se la quiten cuando quieran y se la ponga el que quiera. Así las vulvas se tornaron objetos de alquiler, venta, préstamo, hipoteca y hasta desalojo.